PSICOTERAPIA DE GRUPO CON AGRESORES: «Buenos padres, malas parejas»

Oscar OCHOA de la MAZA y Marcos BUENDÍA CHANTANDER

 

Tat tvam asi (1)

Dicho hindú

Vamos a comenzar con algunos testimonios provenientes de agresores en tratamiento en el COSAM–Arica, de 1995.

Testimonio de Humberto R.
45 años, casado, 3 hijos, 1 nieta, mecánico, derivado judicialmente por infracción a la Ley de Violencia intrafamiliar, en junio de 1995, para tratamiento.

Mi nombre de pila es «Beto», estoy acá por una disposición del Juzgado, por un problema familiar que tuve con mi señora. Bueno, en principio no fue una cosa muy agradable estar acá porque todas estas cosas judiciales no son buenas para uno; pero, estoy acá por un error que cometí y estoy afrontándolo.

Agradezco a las personas que están a cargo acá porque me han hecho ver la situación de otra manera con mi familia, sobre todo mi formación personal. Yo era una persona bastante violenta en ese sentido y acá me he ido dando cuenta de que no era motivo para llegar a eso en la familia y sobre todo con mi pareja. Gracias a todas esas sesiones que he estado asistiendo los días jueves, me ha ayudado bastante para... y con la ayuda también de mis compañeros de grupo y sus testimonios, yo me hecho una evaluación personal y me ha servido en mi relación de matrimonio.

Un mensaje para la gente es que hay que valorar lo que uno tiene, antes de actuar en forma violenta, porque considero que no es lógico llegar a esos extremos haciendo otras cosas que uno puede aprender y ponerlas en práctica.

Al principio me sentía importante porque al venir acá era obligado, ahora tal vez puedo haber cumplido mi condena, pero sigo viniendo porque me ha ayudado en formación personal. En mi relación de pareja, esto no me ayuda en mi caso, a cambiar de pareja, tengo ya 45 años y me está ayudando en mi forma personal, en mi genio me está haciendo sentir otra persona, yo lo pongo en práctica con mi señora, estamos llevando otra vida ya no hay tantas discusiones, tantas peleas y eso porque me estoy dando cuenta que la violencia no conduce a nada.

Considero que la ley está bien porque nosotros cometimos un error de llegar a pegarle a la mujer por eso que estamos acá. Entonces si hay un maltrato a la persona hay que corregir.

La relación con mi esposa e hijos ha variado sobretodo con mis hijos porque al principio yo a ellos no les hablaba, era una persona terca, cerrada. Ahora yo les hablo, mi hija mayor que está casada me hace consultas y yo le doy consejos, mi otro hijo tiene 18 años, él se me había ido de la casa y ya ha regresado. Un día, él iba a realizar el peregrinaje a la Virgen de las Peñas, lo tomé y le di un beso cosa que nunca antes había hecho. Para mí eso antes era imposible. Imposible. Me costaba. ¿Cómo podía darle yo un beso a un hijo grande? Y acá me he dado cuenta de que esos valores que tenía perdidos, rico de mi familia los estaba perdiendo por terquedad nada más que yo tenía.

Ahora me valoro como hombre.

 

Testimonio de Rubén B.
42 años, casado, 5 hijos, trabajador ocasional, músico, derivado judicialmente por infracción a la Ley de Violencia intrafamiliar, en mayo de 1995, para tratamiento.

Yo me llamo Rubén, quiero conversar referente a mi llegada a este Centro. Bueno, las causas por las que llegué fue una agresión a mi esposa. No voy a decir más de los detalles. Solamente que fue una agresión física, y de los tribunales he llegado a este lugar; el cuál me ha servido para recuperar un error y así tratar de salir adelante con mi familia, la cuál espero que en el futuro tenga buena acogida por parte de mis familiares por el hecho de estar en esta situación y tratar de salir adelante y no volver a cometer este error que para mí ha sido un poco delicado. Me sentí afectado psicológicamente, sufrí un poco por el trato que algunas veces me han hecho mis amigos por el hecho de haber llegado a este lugar, pero con la ayuda profesional del Centro he superado esa crisis y ahora me siento bien, con la alternativa de aprender este tratamiento y así poder también ayudar a otras personas que también están en la misma situación mía.

En lo personal estoy muy contento, me siento tranquilo, alegre, con ganas de seguir adelante. Me gustaría que muchas personas pudieran venir y conocer este Centro. Es como cuando uno llega por primera vez al colegio a aprender sus primeras letras, porque a veces uno confía mucho en lo que hace, pero, sin darse cuenta, uno comete errores y esto hubiera servido para aclarar mi situación, mis quehaceres diarios.

 

PEFIL DEL AGRESOR

Observaciones generales

Se nos ablandan las verdades y se nos está ablandando el mundo. Se está en un proceso de ruptura de paradigmas. Algunos sospechan que «el mismo sistema que entró en crisis y que a su vez demanda cambios cualitativos genera esta situación»(2).

Cabe recordar que «la capacidad de anticipar, de imaginar lo futuro le permitió al hombre separarse definitivamente de los animales, pues estos siguieron, encerrados en su presente inmediato, una percepción sin historia, sin posibilidad de autopercibirse, de organizar una identidad en el tiempo»(3). Requisito éste, el de organizar una identidad en el tiempo, esencial para el individuo como para la familia. Sin embargo, hoy, «parece que no hay necesidad alguna de añadir que el futuro no es conocible en el sentido de predicción exacta. La vida está llena de sorpresas. Incluso los modelos y datos más sólidos en apariencia están basados, con harta frecuencia, en suposiciones endebles; en especial cuando se refieren a asuntos humanos(4)» y palabras como histórico, complejo, fragmentado, conflictivo, dependiente, ambiguo, incierto(5), comienzan a encontrar su lugar en los textos para sacar del lugar de lo innombrable los fenómenos que nunca pudieron encarcelar las certezas. A mitad de camino entre las bestias y los dioses (como escribió Porfidio que dijo Plotino), este descendiente de la oruga que inventó el cálculo integral y sueña con la justicia (como escribió Rostand), ya no sabe como llegar a la salud del maestro Sigerist (6); eso que

implica algo positivo, que es una actitud gozosa ante la vida y una aceptación alegre de la responsabilidad que la vida exige del individuo. (7)

Sobre este fondo, se comienza a pensar la Violencia intrafamiliar. Desde las certezas se llega a las conjeturas para saber más de lo que no se sabía y menos de lo que se sabía. En síntesis, se vuelve a sospechar el mundo.

 

Las causas

Si bien los fenómenos culturales, al igual que los de salud-enfermedad, son siempre complejos y multicausales, se podría subrayar como causa necesaria del hombre violento, la incorporación de modelos que sostienen la validez de la violencia para la resolución de conflictos.

Es importante recordar que la violencia que definimos como intrafamiliar no es manifestación secundaria de cuadros psicopatológicos, ni del alcoholismo, ni de la pobreza (se da en todos los niveles sociales). Investigaciones llevadas a cabo en países como Canadá y Estados Unidos, además de desmentir los prejuicios teóricos que oscurecían y dificultaban la comprensión del tema, contribuyeron a limitar la problemática de los hombres que utilizan formas abusivas de relacionarse en pareja (8). Hoy podemos afirmar que si además de violencia intrafamiliar se tiene un problema psicopatológico, o de adicción o de daño social, en realidad se están teniendo dos problemas.

Asimismo, cabe señalar que la agresión que refiere la Violencia intrafamiliar, no es la proveniente de la legítima defensa que contemplan las leyes, sino la que se utiliza para instalar una jerarquía de poder en el interior de una relación afectiva.

Esto nos lleva a reflexionar la suposición que el proceso de vivir es el problema; y las condiciones de vida son la escena y el escenario donde el proceso de la salud mental se desarrolla. Comprender que la alternativa posible para entender un proceso es que nunca se está en los extremos. Se sube al «tren de la realidad» cuando ya partió para bajarse en cualquier momento antes de la llegada. Quizá debamos pensar la problemática de la salud mental en términos de acción: conocer al que enferma, al que padece (verbo), incluso en detrimento del enfermo (sustantivo) (9).

 

Marco referencial

Desde el punto de vista descriptivo, el hombre violento presenta una doble fachada (10): no coincide su imagen pública con la privada. Las manifestaciones y conductas violentas que presenta en el ámbito conyugal, no se manifiestan en su vida social o laboral. Esto trajo aparejado durante mucho tiempo (todavía incide), que ante la denuncia de la mujer de su situación de víctima, se dudara de la veracidad de la misma, ante lo simpático y agradable que era su marido socialmente.

Recordemos que en su relación conyugal, el hombre violento, presenta en general (11):

  • Falta de seguridad personal.

  • Dificultades de la comunicación, en especial en lo referente a los afectos o sentimientos.

  • Incapacidad para tolerar y resolver conflictos.

  • Aislamiento emocional (aunque conozca a muchas personas, no tiene capacidad para relacionarse con tal grado de intimidad y privacidad como para poder comunicar sus sentimientos y problemas).

  • Baja autoestima.

  • Falta de conciencia del problema (no se hace responsable de sus actos violentos; sus esfuerzos giran sobre la justificación buscando las responsabilidades fuera de su persona: en su esposa, hijos, trabajo, alcohol).

Los hombres que utilizan la violencia para dirimir conflictos conyugales demuestran gran dificultad en diferenciar deseo sexual de deseo de poder. Incluso, como bien observa Corsi (12), más adelante lo repetiremos de Morris, el léxico utilizado en muchos países, indica que «ganar» a una mujer es producto de una competencia que adjudica un trofeo a la virilidad. Pero «ganar» implica obtener una gratificación a expensas de un otro que «pierde». Es por eso que, si la autoestima de estos hombres se sustenta en su capacidad de conquista y de dominio sexual, la contrapartida requerida es la sumisión de la mujer. El placer, en ellos, se resume en la eyaculación, donde el sexo se transforma en un medio para descargar tensiones, y la estimulación sexual depende de poder sentirse dominantes y «ganadores». Características que dan como resultado un pésimo amante. En realidad son perdedores sociales, que cruzan violencia y sexualidad a partir de denominadores comunes que están en la base de la construcción social.

A saber (13):

Modelos culturales

que proveen estereotipos de género

Partiendo de modelos culturales que proveen estereotipos de género, llegan a una imagen femenina contaminada de mitos que, lamentablemente, la sociedad y el medio en que se mueven refuerzan; sintetizables en una imagen femenina aniñada, poco fiable y abandónica.

Forzosamente esto trae por consecuencia escaso intercambio afectivo, dejando como única posibilidad de vínculos estables los provenientes de los hijos, con quienes tratan de formar alianzas, sin sospechar daño posible para los niños.

Encontramos entonces, hombres que cuidan niños, que se reconocen a sí mismos como «buenos padres»: los cambian, les preparan comidas, lavan su ropa; conductas que no se sostienen en la comprensible manera de afrontar juntos tareas diarias, sino en el supuesto de que si quedan con la madre, los hijos corren riesgos; mostrando argumentos del orden de:

«Yo me separaría, pero mis hijos quedarían a su suerte, porque ella va a salir, va a querer divertirse, y va a meter hombres en la casa.»

Son hombres que no saben amar. Sufren, pero no aman. Son «malas parejas» y dicen tener «malas parejas». Sólo trabajan.

Oscar Wilde decía que la mayoría del tiempo nos pasamos respondiendo a preguntas que no nos hicimos; y, en el agresor, estás preguntas están incorporadas a una cosmovisión que deja poco margen para autocriticar posturas. Son, desde ese lugar, incapaces de generar preguntas. Son «una máquina» de responder respuestas aprendidas.

 

Modelos sociales de poder, control y competencia

La socialización de los hombres que ejercen violencia tiene características que son complementarias a la de la mujer víctima de violencia. Las mismas, suelen provenir de:

  • hogares tradicionales (afectivos y sin violencia pero con control hacia la mujer, y/o con roles tradicionales para la mujer) o de

  • hogares violentos (en este contexto, las mujeres traen a la relación expectativas de violencia y una supuesta tolerancia a ella) (14).

El hombre violento, y su necesidad de compensar su bajo ego, lo convierten en un desesperado buscador de status social; para el que las exigencias de la realidad se presentan como verdaderamente crueles: Es impulsado por la «carrera para obtener poder» a descuidar a su familia. Esto fuerza a su cónyuge a asumir a veces roles directivos en el hogar. Sacrifica su casa por la lucha exterior, que poco significará psicológicamente para sus hijos. Incluso el hijo mayor, que puede comprender esta lucha por el status y alardea de los logros de su padre en estos aspectos, lo terminará evaluando como una pequeña compensación por la ausencia de una activa influencia paterna. En síntesis: fracasa y queda desilusionado, o triunfa y pierde la familia. O puede trabajar tan duramente que pierda a su familia y fracase. Esto lleva a aquello que los estudiosos del comportamiento animal llaman redirección de la agresión. En el mejor de los casos es un fenómeno desagradable, en el peor, es literalmente letal. En la carrera por el status (o el reaseguramiento) puede ocurrir que un subordinado no se atreve a expresar abiertamente su ira hacia un dominante. Se hallan en juego demasiadas cosas. Tiene que redirigirla hacia otro lado. Puede ser sus desventurados hijos, su esposa o su perro. O la caja de cambios de su automóvil. Si tiene inhibiciones en todas direcciones, siempre queda una persona: él mismo. Puede provocarse úlceras. Puede llegar a suicidarse. Las personas más empeñadas en su carrera por el status ostentan mayor posibilidad de suicidio(15).

 

Modelos familiares de interacciones violentas

y escaso intercambio afectivo

Nos dice Corsi(16), que se ha podido comprobar que un alto porcentaje de hombres golpeadores han sido víctimas o testigos de violencia en sus familias de origen. Como señala Alice Miller, todo perseguidor ha sido en algún momento una víctima (17).

Asimismo, están atrapados en una mística masculina que les exige

  • un hiperdesarrollado Yo exterior que se traduce en tener que ganar más, ascender laboralmente, socialmente, triunfar, actuar siempre, etc.; a un mismo tiempo que

  • la represión de la esfera emocional, sostenida con afirmaciones del tipo «los hombres no lloran», «no se quejan», etc.

 

Modelos sexuales centrados en el desempeño

La sexualidad para el agresor, es un lugar donde «rendir examen» ante sus fantasmas, un lugar donde probarse cosas. No piensa, por ejemplo, qué felices fueron, sino cuánto rindió o si es mejor que otro.

El punto débil que presenta la dignidad humana, reflexiona Toynbee (18), consiste en que no hemos encontrado mejor manera de mantenerla que la de disimular artificialmente nuestras funciones y órganos animales. Dice literalmente:

El criterio correcto para encarar el problema del acto sexual es el de mantener la dignidad humana y en esta esfera de las cuestiones del hombre, la dignidad es una condición sine qua non para que las relaciones sexuales sean humanizadas por una calidad espiritual que es aún más importante que la dignidad: el amor. Las relaciones sexuales divorciadas del amor y de la dignidad y reducidas sólo a la satisfacción de un apetito animal se hacen espiritualmente degradantes. En los animales no humanos, la respuesta que ellos dan al impulso sexual es inconsciente y espontánea y, por lo tanto, inocente. Además en la vida sexual de los animales, el acto sexual mismo está regulado por controles constitucionales naturales. En la vida humana, las relaciones sexuales sin dignidad ni amor no son ni siquiera bestiales: son espiritualmente inferiores al nivel en que la naturaleza mantiene los actos sexuales de las bestias (19).

El británico Arnold J. Toynbee, mundialmente conocido por su monumental Estudio sobre la historia y otros trabajos fundamentales, fue historiador. Un graduado en zoología, como Desmond Morris (20), ¿cómo vería la cuestión?

En los hombres, nos dice, como en los monos, los comportamientos «femeninos» de sumisión y los comportamientos «masculinos» de dominación han llegado ha representar la sumisión y dominación en contextos no sexuales (21). Esto tiene que ver con el sexo de status, que merece una consideración aparte.

Escribió Desmond Morris:

El original y natural acto de copulación es para el macho, como ya he destacado, un acto fundamentalmente afirmativo y agresivo de penetración. En determinadas condiciones, puede, por tanto, funcionar como instrumento del sexo de status. Un macho puede copular con su hembra primariamente para reforzar su ego masculino. En esta situación se puede hablar de hacer «una conquista», como si hubiera estado librando una batalla en vez de hacer el amor. Y cuando digo que habla de ello lo digo en un sentido literal, pues alardear ante otros machos constituye una parte importante de la victoria del sexo de status. Si guarda silencio acerca de ello, siempre puede alimentar privadamente a su ego, pero obtiene un refuerzo de status mucho mayor si se lo cuenta a sus amigos. Toda hembra que se entere de esto puede estar razonablemente segura de la clase de copulación en que ha intervenido. Los detalles de las copulaciones de formación de pareja son, por contraste, estrictamente privados.

El macho que utiliza a las hembras con finalidades de sexo de status está, de hecho, más interesado en lucirlas que en ninguna otra cosa. Puede incluso conformarse con hacer ostentación ante su grupo de sus hembras dependientes, sin molestarse en copular con ellas (22).

Quizá esto tenga que ver con la aparente paradoja del agresor de necesitar la presencia de la mujer para afirmar su virilidad, y vivir, por otra parte, demasiada intimidad o proximidad emocional como una amenaza (23).

Volvamos a Morris:

Es oportuno mencionar aquí la especial actitud que los practicantes del sexo de status heterosexual manifiestan hacia los machos homosexuales. Es una actitud de hostilidad y desprecio crecientes, motivada por la inconsciente comprensión de que «si no se unen al juego, no pueden ser derrotados». En otras palabras, la carencia en el macho homosexual de interés sexual hacia las hembras le proporciona una injusta ventaja en la batalla del sexo de status, pues, por muchas hembras que domine el experto heterosexual, el homosexual no quedará impresionado. Es necesario, entonces, derrotarle por el ridículo. Dentro del mundo homosexual habrá, naturalmente, una competición de sexo de status tan vigorosa como la que tiene lugar en la esfera heterosexual, pero esto no mejora en absoluto la comprensión entre los dos grupos, ya que los objetos por los que se compiten son muy diferentes en los dos casos.

Si el practicante moderno del sexo de status es incapaz de conseguir conquistas reales, puede todavía disponer de gran número de alternativas. Un macho, ligeramente inseguro puede expresarse a sí mismo contando chistes sucios. Estos dan a entender que es agresivamente sexual, pero un obsesivo y persistente narrador de chistes obscenos, empieza despertar sospechas en sus compañeros, que descubren la existencia de un mecanismo compensador.

Los machos con un mayor problema de inferioridad pueden frecuentar el trato con prostitutas...

Es un hecho desagradable, pero evidente, que cuanto más intenso es la necesidad que el macho siente en realzar su ego, más desesperadas son las medidas que toma; cuanto más degradante y violento sea el acto, mayor será el realce que se consiga. Para la inmensa mayoría de los machos, estas medidas extremas son innecesarias. El grado de autoafirmación conseguido en la vida social es suficientemente recompensador. Pero las fuertes presiones de status de la vida supertribal, donde tiene que ser tan escasos los dominantes y tan numerosos los subordinados reprimidos, los pensamientos sádicos tienden, no obstante, a proliferar (24).

 

Programas de tratamiento para agresores

En las últimas décadas se ha visto un creciente interés, especialmente en los países industrializados por implementar programas de tratamiento y reeducación a los infractores de las leyes. Esto, como contrapartida al modelo represivo que contribuía a llenar más los recintos carcelarios (25).

La sociedad chilena, ha iniciado, con la ley Nº 19.325, que establece normas sobre procedimientos y sanciones relativas a los actos de violencia intrafamiliar, el camino en la búsqueda de una solución social a la ocurrencia de actos de violencia en la familia.

En lo que respecta a violencia conyugal, muchas mujeres han preferido que sus parejas accedan a una ayuda terapéutica, en lugar de castigo.

Los programas terapéuticos (26), en su gran mayoría, se fundan en la premisa de que la conducta violenta constituye una conducta incorporada y socialmente reforzada. Los estilos de implementación de tales programas, establecen metodologías variadas, tales como clases estructuradas que educan a los hombres en las dinámicas de poder implícitas en la agresión o grupos terapéuticos dirigidos por facilitadores experimentados. El trabajo grupal, propiamente tal, varía en el desarrollo de las temáticas, por ejemplo:

  • Mejoramiento de la habilidad de los hombres para controlar emociones.

  • Cuestionamiento del derecho masculino (percibido) para controlar a la pareja a través del uso de violencia.

  • Relajación.

  • Control de la angustia y tolerancia a la frustración.

En la ciudad de Arica y probablemente en el resto del país, no es posible determinar a través de estudios documentados, la efectividad de los tratamientos utilizados en varones agresores. Tal vez ello se deba al poco tiempo de vigencia de la Ley de Violencia intrafamiliar; teniendo en cuenta, que variables como la interacción con la justicia, intervienen en la modificación de conductas. Una revisión realizada por Tolman y Bennett (1990) (27), indica que entre 53 % y 85 % de los hombres que completan el tratamiento no son violentos en los 6 y 18 meses posteriores, observándose tasas inferiores para los períodos de seguimiento más extensos y para los estudios basados sobre las denuncias de las víctimas de la violencias (28). No obstante, no sería justo aseverar que la atención psicosocial no es una alternativa útil que contribuya a reducir la violencia intrafamiliar en nuestro país.

Tanto los programas de tratamiento y los métodos de evaluación de éstos están en sus inicios, no descartándose por ello la posibilidad de que puedan proveer una intervención eficaz.

Para el Centro Comunitario de Salud Mental Familiar de Arica, resulta un desafío importante el trabajo iniciado este año con varones provenientes, en calidad de agresores, de los tribunales.

Más allá de las primeras resistencias cuando llegan, nos han mostrado una buena predisposición para entender su problemática: ellos tampoco son felices.

Y si bien, a pesar de las singularidades individuales, todo proceso vital está inscripto en los modelos que suministra la cultura a que se pertenece (29), la historia tiene sentido no sólo a partir del pasado, desde las circunstancias que nos condicionan, sino también a partir de la elección del futuro que pueda hacerse, a partir del proyecto, a partir de lo que queremos hacer. Recordemos que muchas veces recurrimos al tratamiento por algo que somos incapaces de hacer y nuestra problemática radica en esa imposibilidad que tenemos por delante (30). Consultamos no porque no sepamos qué hacer, sino por no poder hacerlo. Y para esto no sólo se viaja al pasado, sino fundamentalmente, al reflejo especular del pasado en el futuro: Los recuerdos temidos resultan amenazantes no porque se refieran a hechos que han sucedido, afirma Moffatt, sino porque con recuerdos se construyen las fantasías de futuro (31).

 

Somos sanos, desde nuestro punto de vista, no cuando estamos libres de angustia o adaptados socialmente; sino cuando sabemos quiénes somos, qué sentido tiene nuestra vida, cuál es ese proceso único que es nuestra historia. Y no hablamos de grandes ideales o destinos, sino de quedar en paz con uno mismo y coincidir con lo que se llegó a ser, teniendo capacidad de programar aunque sea el futuro inmediato (33).

Dejamos constancia que, si bien es cierto que el tratamiento ha contribuido a modificaciones que pueden impedir conductas abusivas hacia una o más mujeres, no perdemos de vista que la verdadera prevención es un trabajo de todos que, para esta temática, nos exige crear una generación de personas capaces de comprender que la violencia no es argumento válido para dirimir conflictos.

Aunque suele olvidarse que «los problemas de prevención en el ambiente de la salud suelen ser, en gran parte, problemas de lo que se ha denominado autocontrol, estilo interactivo que implica que las personas renuncien a algo, demoren su obtención, o hagan una cosa distinta a lo que habitualmente hacen o les gustaría hacer, con el fin de evitar una enfermedad, la muerte, o conseguir un estado de salud más satisfactorio para ellos o sus allegados, en el futuro. Quizás una de las dificultades consiste en que, en general, desde un punto de vista conceptual, se suele considerar al autocontrol como un proceso esencialmente espacial, de control externo versus control interno -y, por lo tanto de índole característicamente cognoscitiva y humana-, en lugar de centrarlo en la dimensión temporal del mismo: consecuencias inmediatas versus consecuencias diferidas que se derivan de la práctica del mismo comportamiento.(33)»

Jeffery dice que los cambios en los comportamientos de riesgo en el ámbito de la salud tendrán mayores probabilidades de establecerse en la medida en que los beneficios del cambio sean substanciales e inmediatos, y los costos modestos (34). Y esto parece particularmente característico en el abordaje de los agresores. Pasados los primeros momentos de resistencia al grupo, fácilmente adhieren a posibilidades menos exigentes, más gratificantes, de seguir viviendo.

Como síntesis, parafraseando un aviso sobre drogas, podemos decir que:

 

el agresor no necesita estar motivado para abandonar la violencia

sino estar motivado para participar en cambios más globales.

 

no pretendemos reducir la crisis producida por la violencia

sino utilizarla para que la familia modifique la organización.

 

actuamos simultáneamente sobre la organización y la violencia.

 

 

notas

1Traducción: Ello (la realidad última) es lo que tú (un ser humano) eres.

2 ABED, Luis C (1992).: Un modelo perimido o regreso al pasado, Rev. de la Escuela de Salud Pública, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Córdoba; III(1): 9

3 MOFFAT, Alfredo (1982): Terapia de crisis, 1ªed., EDICIONES BÚSQUEDA SAEIC, Buenos Aires, p.8

4 TOFFLER, Alvin (1990): El cambio de poder, 1ªed., PLAZA & JANES EDITORES SA, Barcelona, p.21

5 «...Em síntese, a Etnopidemiologia se realizará enquanto práctica a partir do pressuposto fundamental de que os fenõmenos da saude-doença são processos sociais e, como tal, deven ser concebidos como concretamente são: ...históricos... complexos... fragmentados... conflitivos... dependentes... ambíguos e inciertos. E necessário efetivamente lidar com as indefinições e ambiguidades própias desta orden de fenõmenos na maior parte de suas manifestações, e com a natureza histórico-cultural de suas derivações, em busca do sentido do risco e seus determinantes em sociedade. Acredito que, dessa forma, a proposta de uma Etnoepidemiologia poderá provocar importantes demandas ao arsenal conceitual e instrumental de uma epistemologia de complexidad e da incerteza –atualmente em desenvolvimento– e representar uma abertura para a exploração dessas trilhas de pesquisa com uma atitude trandisciplinar, o que poderas resultar na construção de novos paradigmas no campo da SAUDE COLETIVA».

(ALMEIDA Filho, Naomar (1992): Para uma etnoepidemiologia (Esbocos de um novo paradigma epidemiologico), trabajo presentado en la mesa redonda: Renovación Epistemológica y Producción de Conocimientos en Salud Colectiva, III Congresso Brasilero de Saude Coletiva E I Encontro de Saude Coletiva do Cone Sul, Porto Alegre, Brasil, mayo 1992).

O PENSAMENTO ESTRATEGICO: RECONHECE...

O PODER, O CONFLITO, E A INCERTEZA

COMO VARIAVEIS CENTRAIS DO PROCESSO SO PLANEJAMENTO Y ADMINISTRAÇAO SANITARIA, E...

A COMPLEXIADE E A FRAGMENTACAO

COMO INERENTES AO CAMPO SOCIAL, LUGAR ONDE SE CONSTITUI O PROCESSO SAUDE-DOENÇA E, EM CUJA COTIDIANEIDADE, OS HOMENS CONSTROEM, PERDEM E RECUPERAM A SAUDE.

(FERRO, Rubén (1988): Planejamento Estrategico e sua Aplicação em Saúde Mental. Escola de Saúde Pública, Córdoba, Argentina)

6 Falleció en 1957. Sus conceptos entre 1920/1930 fueron base para muchas de las definiciones posteriores de la Organización Mundial de la Salud. Para ampliar información sobre él puede verse SOLMESKY, Marcos (1990): SIGERIST. Vocación y vigencia a 33 años de su muerte, Rev. de la Escuela de Salud Pública, Facultad de Ciencias Médicas, UNC, Córdoba; I(2 y 3).

7 OCHOA de la MAZA, Oscar (1992).: Evaluación del grado de conocimiento y comportamiento con respecto al SIDA de los ingresantes a las Escuelas de Enfermería de la Universidad Nacional de Córdoba y la Cruz Roja Argentina, en 1992. Con énfasis en las conductas sexual, personal y familiar, Escuela de Salud Pública, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), pp. 3-6

8 CURRIE, D. (1987): The Abusive Husband, Ottawa, NCFV.

SONKIN, D. y L. WALKER (1985): The Male Batterer, Nueva York, Springer Publi.

9 OCHOA de la MAZA, O.: op. cit. p. 11

10 SHUPE, A. y otros (1987): Violent Men, Violent Couples, Lexinton, Toronto.

11 LARRAÍN, S. (1994): Análisis psico-social de la violencia intrafamiliar, Manual de trabajo elaborado por el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, para ser utilizado en el Programa de Capacitación a Funcionarios Públicos dependiente del SERNAM, Santiago de Chile, 1994, p. 47

12 CORSI, J.: Abuso y victimización de la mujer en el contexto conyugal en FERNÁNDEZ, A. (comp.): Las Mujeres en la Imaginación Colectiva, Paidós, Buenos Aires.

13 CORSI, J.: op. cit., pp. 98-99

14 LARRAÍN, S.: op. cit., p. 44

15 MORRIS, D. (1984): El Zoo humano, PLAZA & JANES EDITORES S.A., Barcelona, pp. 55-56

16 CORSI, J.: op. cit.

17 MILLER, A. (1985): Por tu propio bien, Tusquets, Barcelona.

18 TOYNBEE, Arnold y Daisaku IKEDA (1980): Escoge la vida, EMECÉ, Buenos Aires, pp.19-20

19 TOYNBEE, A. y D. IKEDA: ídem.

20 Graduado en zoología en la Universidad de Birmingham. Ingresó en 1951, en el grupo de comportamiento animal de NIko TImbergen, en Oxford. En 1959, después de tres años dedicados a hacer películas y programas de televisión sobre el comportamiento animal, fue nombrado conservador de mamíferos de la "Zoological Society". Su libro principal es El mono desnudo. Publicó más de cincuenta trabajos científicos.

21 MORRIS, D.: op. cit. p. 84

22 CORSI, J.: op. cit. p. 99

23 CORSI, J.: op. cit. p. 97

24 MORRIS, D.: op. cit., pp. 91-92

25 HEISE, L. (1994): Violencia contra la mujer: La carga oculta de salud, OPS, Washington, noviembre 1994, p. 57

26 HEISE, L.: ídem

27 TOLMAN, R. y L. BENNETT: A Review of Quantitative Research on Men Who Batter, Journal of Interpersonal Violence 5(1): 87-118

28 HEISE, L.: ídem

29 Cada sociedad define las etapas vitales y también los rituales de pasaje de una a otra, que organizan el proceso por el que se recorre una vida.

30 MOFFATT, A. (1982): Terapia de crisis, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, p. 1543

31 MOFFATT, A.: op. cit., p. 119

32 MOFFATT, A.: op. cit., p. 153

33 BAYES SOPENA, Ramón (1990): Aspectos psicológicos relacionados con el problema de la prevención del SIDA, en Rafael NAJERA et. al. eds. (1990): SIDA. De la biomedicina a la sociedad, Ediciones de la Universidad Complutense, S. A., Madrid, p.382-383

34 JEFFERY, R. (1989): «Risk behaviors and health», American Psychologist, 44: 1194 - 1202

 

bibliografía

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